Aportes de la Neurociencia al Desarrollo Infantil
DESARROLLO CEREBRAL CON DESARROLLO AL DESARROLLO INFANTIL 😇👈👏👀
Entender el cerebro humano es una de las fronteras del conocimiento. Durante siglos hemos intentado desvelar sus misterios y saber cómo funciona, cómo se desarrolla y cómo podemos maximizar su capacidad para incorporar nuevos conocimientos y habilidades. El cerebro es el órgano del aprendizaje, la herramienta fundamental que usan tanto maestros y profesores como los propios estudiantes. La neurociencia es cada vez más una aliada para trabajar en el aula con criterios científicos y para generar nuevas ideas y formas de trabajar. Para que esto sea útil, tenemos que plantear procesos sencillos y generalizables, que se puedan aplicar a cada aula y a cada estudiante, como decían los latinos mutatis mutandis, cambiando lo que haya que cambiar. Vamos a ver algunas ideas sencillas que podrían guiarnos en nuestro trabajo en el aula.
1.- Tener más información no implica aprender más.
El sistema nervioso está preparado para manejar un gran número de entradas, de información, pero llega un momento en que una enorme cantidad de contenidos es excesiva y se produce lo que algunos investigadores llaman una sobrecarga cognitiva,
simplemente el alumno se siente saturado y abrumado, incapaz de ordenar y asimilar esa avalancha de datos. El resultado es un bloqueo, un rechazo y la incapacidad para seguir aprendiendo.
El profesor también tiene que cambiar la forma en que presenta la información. Él no puede ser también otra catarata de contenidos, sino que debe organizar su asignatura en paquetes o módulos compactos, debe centrarse en experiencias previas, debe conectar con la información que el muchacho recibe por otras vías y debe eliminar los elementos no esenciales para ayudar a los estudiantes a fijar los conceptos básicos de una forma integrada, relacionada, adaptada a su edad y a sus intereses. El aprendizaje es mejor si el profesor se centra en un número reducido de temas y profundiza en ellos que si somete a sus alumnos a un bombardeo de contenidos.
2.- El cerebro está preparado para desarrollar el juicio crítico.
Vivimos en un mundo saturado de información. Hace tiempo una de las principales tareas de un profesor era buscar información y trasladarla ordenada al alumnado. Eso debe cambiar. La cantidad de información es en la actualidad abrumadora, esa información «busca» al niño o adolescente a todas horas y por todas las vías posibles. Nuestra función ha cambiado, tenemos que enseñar a priorizar, a ignorar las distracciones, a focalizar en una tarea y acabarla con la calidad necesaria, a desarrollar un juicio crítico, a filtrar la información, a dudar y desconfiar en el mejor sentido del término, a cultivar un sano escepticismo.
3.- Nadie es multitarea.
Ninguno somos realmente multitarea, simplemente pasamos de una tarea a otra y algunas personas parece que son capaces de cambiar y reconcentrarse en un nuevo objetivo con más rapidez y más facilidad que otras. Es algo que se puede entrenar y se mejora. Por ejemplo, podemos cambiar súbitamente la tarea a realizar, podemos encargar un trabajo con muy poco tiempo de anticipación, podemos cambiar de un ejercicio sencillo a otro complejo o de distintas asignaturas. Nuestro cerebro responde a los retos.
4.- El cerebro es un órgano altamente dinámico.
Hasta las últimas décadas, la gente, incluso los especialistas, pensaban que las conexiones entre neuronas estaban fijadas ya desde la adolescencia o incluso antes. Uno de los principales avances para aplicar a la ciencia del aprendizaje surgió cuando los investigadores vieron que no era así, y que, de hecho, los circuitos neuronales se modificaban a cualquier edad, con cambios más relevantes y potentes de lo que se creía que incluían que el cerebro produce nuevas neuronas y muestra, a todas las edades, una formidable capacidad de adaptación. Esa formidable propiedad, la plasticidad neuronal, está por tanto presente de la cuna a la tumba aunque va disminuyendo con la edad. La plasticidad neuronal es el punto central del aprendizaje y entender cómo funciona es clave para entender cómo mejorar el trabajo en el aula.
5.- Las emociones positivas ayudan a aprender.
La capacidad para aprender, recordar y utilizar la información no depende de nuestro cociente de inteligencia y, por el contrario, en las últimas décadas ha quedado claro que el cómo nos sentimos, nuestro estado emocional, tiene un impacto considerable en cómo aprendemos cosas nuevas. Las clases en las que los estudiantes se sienten estresados, avergonzados o simplemente no están cómodos hacen que el aprendizaje sea más difícil.
La investigación revela que el circuito clave del procesamiento de las emociones en el encéfalo, el sistema límbico, tiene la habilidad para abrir o cerrar el acceso a la consolidación de recuerdos, lo que llamamos la memoria a largo plazo y que es, de nuevo, el acceso al aprendizaje. Si nuestro estudiante está en una situación de tensión o de ansiedad, si está deprimido o con una situación familiar preocupante, el cerebro bloquea el acceso al procesamiento superior y deja de formar nuevas conexiones, con lo que el proceso de aprendizaje se ralentiza o se detiene. Realmente no hace falta decir que las aulas deben ser ambientes no estresantes, donde el niño o joven se sienta bienvenido, pero distintos estudiantes tienen distinta sensibilidad o les afectan diferentes factores capaces de poner en marcha un estado emocional negativo. Es, por tanto, clave que el educador esté alerta a señales que puedan sugerir que un alumno está pasando por una situación delicada y ayuden a ampararle y reforzar su autoestima.
6.- Los errores son una parte fundamental del aprendizaje.
En las sociedades modernas, tan competitivas, fracasar es sinónimo de desastre, pero la neurociencia nos señala que en el proceso de aprendizaje, el fallo es esencial. Un estudio reciente encontraba que los estudiantes funcionaban mejor en clase y sentían más confianza en sí mismos cuando se les hacía saber que era normal que fallaran en cosas, que irían a mejor y que lo importante era aprender también de esos fallos.
También es necesario explicar que al igual que sucedió cuando aprendieron a montar en bicicleta o a usar el monopatín o una tabla de surf, pueden necesitar muchos intentos antes de dominar una tarea académica. Si se caen, no pasa nada, solo hay que volverse a levantar. Las cosas no son siempre sencillas y las soluciones muchas veces no son ni evidentes ni rápidas.
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